miércoles, 2 de abril de 2008

Reivindicación de la competencia filosófica

La LOE, siguiendo las indicaciones del Consejo de Europa, considera que la educación tiene como objetivo fomentar en los alumnos ocho competencias básicas: lingüística, matemática, científica, tecnológica, cultural y artística, capacidad de aprender a aprender, de autonomía e iniciativa personal, y social y ciudadana.

Me parece urgente incluir en esa lista la competencia filosófica, que ha sido una de las creaciones más importantes de la cultura humana, y que permite comprender el sentido de todas las demás, y conseguir una autonomía crítica. Lo que nuestros alumnos tienen que adquirir a través de este curso es la competencia filosófica para vivir. Por eso, os propongo una campaña para conseguir que la Unión Europea reconozca la necesidad de la “competencia filosófica” para construir la sociedad ilustrada, justa y avanzada que deseamos.

¿En qué consiste esa competencia filosófica que nuestra asignatura debería fomentar? Se entiende por “competencia” el conjunto de conocimientos, actitudes, hábitos necesarios para responder a demandas complejas. En el caso de la competencia filosófica, las demandas provienen de nuestra complicada situación en el mundo. Necesitamos respondernos a tres preguntas:

  • ¿Qué debo pensar?
  • ¿Qué debo sentir?
  • ¿Qué debo hacer?

He formulado las preguntas como “deberes” porque me parece que la filosofía es un deber. Debo pensar de una manera rigurosa, orientada a la búsqueda de la verdad. Debo sentir de un modo que sintonice con los valores básicos para la dignidad humana. Y debo actuar conforme a las normas éticas. Una teoría del conocimiento, una teoría del mundo afectivo y una teoría ética y política son necesarias para vivir de forma responsable.

La reivindicación de la competencia filosófica se hace en un marco muy concreto: la educación de los adolescentes. Si somos consecuentes con lo que decimos –a saber, que la filosofía es una actividad que debe volverse críticamente sobre el mundo de las creencias recibidas–, tenemos que admitir la posibilidad de una filosofía joven. Es decir, la competencia filosófica le debe permitir al adolescente interpretar su mundo y someter a críticas las creencias del entorno. Para hacerlo son necesarios conocimientos y hábitos. No se puede ejercer la crítica desde la ignorancia. Por eso, es necesario que nuestros alumnos conozcan los conceptos claves de la filosofía, el planteamiento de los problemas principales, el modo de juzgar las soluciones.

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